\”Yo soy más mortífero que el proyectil de un cañón, yo gano sin matar, destruyo casas sin usar un arma, mis víctimas son tantas como la arena del mar , viajo en alas del viento, nunca olvido y nunca perdono…\” Alguien escribió esta adivinanza sobre el chisme, que ilustra muy bien el poder que tienen las palabras en nuestra vida, en este capítulo aprenderemos sobre el potencial que tiene la palabra para destruir o para hacer bien en nuestras vidas. Este poder va más allá de lo que creemos o entendemos. En este capítulo los pastores Eduardo Saladín, Salvador Gómez Dickson y Sugel Michelén nos ayudan a comprender la importancia de las palabras y de hablar bien en todo momento, y cómo la Biblia enfatiza la importancia de la palabra en nuestro caminar y en nuestra comunión con Dios.